Claudia Sanhueza y la propiedad de los Fondos de Pensiones

Hace un par de semanas, Claudia Sanhueza publicó una columna en La Tercera titulada «La ilusión de la propiedad de las cuentas de las AFPs«, donde ella explicaba de forma bastante acertada la falsedad de la idea de que los cotizantes en el sistema chileno de pensiones (el llamado «sistema de AFP») son propietarios de los fondos contenidos en sus cuentas individuales. En ese momento, y a sabiendas de que ella está muy lejos de favorecer la libertad, los derechos de propiedad, compartí la columna en redes sociales con un comentario favorable.

Lamentable y predeciblemente, Claudia no iba a mantener por mucho tiempo este tipo de críticas acertadas, pues esta semana publicó también en La Tercera otra columna titulada «Propiedad de cuentas de AFP«, donde procede a explicar porqué cree que el sistema actual es malo y por qué cree que sería mejor un sistema de pensiones estatal de reparto (también conocido como esquema Ponzi o piramidal). En su columna ella no se refiere a este sistema con nombre y apellido, pero es claro que se refiere a él y no a alguna otra cosa, eso es lo que significa lo que dice cuando habla de «un sistema basado en los principios de la seguridad social que nos da derecho a tener pensiones dignas».

El problema (como ya mencioné), es que se equivoca rotundamente. Creo que es lejos mejor tener un sistema «de acumulación de patrimonio», como le dice Claudia, donde cada quién tenga derecho a ver qué hace con su propia plata (es decir, tiene control directo, democrático si se quiere), que un sistema de (in)seguridad social manejado por políticos corruptos sobre el que los contribuyentes no tienen prácticamente ningún control (similar en eso al desastre que había en Chile antes del sistema actual). Claudia o cree que en un sistema así estaría entre los que reparten (que les toca la mejor parte), o es terriblemente ingenua respecto de los políticos que lo controlarían. Todo lo contrario de lo que ella afirma («[un sistema de capitalización] responsabiliza a las generaciones … del contexto cultural y político que vivieron, lo que no tiene sentido»).

Otro error que comete Claudia es que omite que el sistema de capitalización actual en cierto sentido convierte a los cotizantes en capitalistas, dueños indirectos de instituciones financieras y otras (igual que los «pocos» que menciona ella). Así, cuando esos «pocos» se enriquecen, los cotizantes también lo hacen. Las «excesivas» utilidades se van a las cuentas de los cotizantes a engrosar sus futuras billeteras. Nada que ver con la caracterización que ella hace, haciendo creer mañosamente que los cotizantes no se benefician en nada o que, peor aún, pierden. Puras mentiras y engaño, lo cual es esperable de alguien de izquierdas, en general.

Un último error que comete es que dice que un sistema de reparto supuestamente haría que tengamos «derecho a significativamente mejores pensiones, sin desviar nuestras cotizaciones al enriquecimiento de unos pocos». Para desengañarse de la segunda parte de su afirmación («sin desviar nuestras cotizaciones al enriquecimiento de unos pocos») basta ver cómo funcionan en la práctica los sistemas de reparto, sin ir más lejos que el sistema que había en Chile (enlace que ya compartí más arriba). Para desmentir la primera parte («significativamente mejores pensiones») basta comparar el rendimiento (pensiones en proporción a los aportes) del sistema Chileno actual, con el de cualquier sistema de reparto del mundo. Proporcional al aporte, el sistema Chileno le da mil patadas a cualquier sistema de reparto. Por ejemplo, en España el sistema de reparto le quita a la gente más de un tercio de sus sueldos, y a cambio reciben una pensión equivalente a alrededor de tres cuartos (75%) de sus últimos sueldos. Un chileno cotiza de forma obligatoria un 10% de su sueldo, y si cotizara en APV la diferencia (25-30% del sueldo), obtendría una pensión equivalente a más de un sueldo y medio (150% o más).

¿Pero qué pasa con los que han cotizado poco? Esa gente igual recibe una pensión bastante grande relativo a sus escasos aportes. Pero no sólo eso, porque una persona similar en un sistema de reparto como el español (o el de la mayoría de lugares con estos sistemas) no cumpliría los requisitos mínimos para recibir pensiones y recibiría CERO pesos. Es decir, incluso en esos casos por los que más se critica al sistema chileno, éste resulta ser muy superior a los sistemas de reparto reales.

Y todo lo anterior es sin siquiera mencionar los gravísimos problemas de insostenibilidad de los sistemas de reparto que Claudia parece añorar (para repartir y quedarse con la mejor parte, imagino, porque la alternativa sería que ella es tonta, y dudo que sea el caso).