Una respuesta a David Graeber

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Un amigo me pidió mi opinión sobre esta columna publicada en The Guardian, y me pareció interesante responderla. La columna básicamente habla de que el Bank of England (BoE) se ha sincerado respecto de cómo funciona el sistema monetario y bancario, dejando claro que el Banco Central inventa el dinero de la nada. Lo particular de la columna que me interesa abordar son tres temas: primero la afirmación de que no ha habido inflación de precios como consecuencia de la inflación monetaria post-2008; segundo, el efecto desplazamiento, que el columnista dice que no aplica para el caso de financiar gasto estatal con la imprenta de billetes; y tercero, que la austeridad estatal no tiene sentido como consecuencia de esas cosas.

Lo primero entonces es la inflación, y las afirmaciones particulares del columnista son las siguientes:

The central bank can print as much money as it wishes. But it is also careful not to print too much.

In fact, with «quantitative easing» they’ve been effectively pumping as much money as they can into the banks, without producing any inflationary effects.

Ambas afirmaciones son falsas. La primera claramente lo es pues como bien dice en la segunda cita, la Federal Reserve (FR, banco central en los EEUU) ha «bombeado tanto dinero como han podido». Y obviamente «imprimir todo lo que se pueda» es mucho más que «no imprimir demasiado», lo que implicaría algún tipo de restricción por parte del emisor. El Banco Central Europeo (BCE) ha llevado una política similar hasta el día de hoy, lo mismo que otros bancos centrales. Llámalo como quieras, pero lo que están haciendo es todo menos «ser cuidadosos de no imprimir demasiados billetes».

Ahora, respecto de la inflación de precios (que es a lo que se refiere el artículo con «inflación»)  a causa de la inflación monetaria, ha habido bastante, el tema es que no se ha visto reflejada en los indicadores clásicos como el IPC. Esto porque se ha dado en sectores de la economía que no se toman en cuenta al calcular esos indicadores. Por ejemplo se ha visto inflación en la bolsa, en algunos sectores como el inmobiliario (de nuevo, pero en otras áreas), y en otros países. El tema es que la plata que crean los bancos centrales no necesariamente va a parar a los bolsillos de las masas (generalmente no sucede así), sino que va a parar a los bancos, que luego prestan ese dinero a inversionistas o compran bonos estatales, o también se va a países extranjeros que compran dólares (o libras, etc.). Ahí es donde la inflación de precios se está manifestando, en los sectores en los que esa plata nueva va a parar. El caso de la bolsa es bastante obvio y ejemplifica bien el asunto: los precios de acciones han ido subiendo a pesar de que no hay motivos reales de base para ello (las empresas no están produciendo utilidades mayores que antes, ni nada por el estilo). Es decir, sí hay inflación de precios como consecuencia de la inflación monetaria. Y obviamente no se podía esperar otra cosa. Ben Bernanke triplicó la base monetaria en un par de años, siendo que se había demorado unos 90 años en llegar a ese punto, lo que es un emisionismo inusitado, gigante. La diferencia entre lo que hizo Bernanke y lo que hizo Mugabe en Zimbabwe es que Mugabe le daba la plata a las masas a través de diversos programas estatales, mientras que Bernanke se la dio a banqueros, banqueros centrales extranjeros, e indirectamente a inversores, por lo que obviamente la inflación de precios se manifiesta en sectores diferentes de la economía.

Luego está el tema del efecto desplazamiento que tiene el gasto estatal, y la cita relevante es la que sigue:

there’s no question of public spending «crowding out» private investment. It’s exactly the opposite.

Por supuesto que hay un efecto desplazamiento, independiente de lo que el autor crea, no por nada hay tanto desempleo hoy en día en los EEUU y en Europa (la cifra específica a que hay que poner atención es la «participación laboral» que toma en cuenta tanto a cesantes que buscan empleo, como los que no están buscando empleo). Ese desempleo es en parte causado por eso, combinado con otras políticas y regulaciones estatales. El autor parece creer que el aumento del gasto estatal por medio de emisión de deuda no causaría un efecto desplazamiento, pero obviamente sí lo hace. Los recursos son limitados, no infinitos como parece creer este caballero. Como son limitados, un aumento del gasto estatal significa que el Estado captura una mayor proporción de esos recursos, y por ende desplaza al sector privado. Cada resma de papel, edificio, camión, terreno, etc. que usa el Estado no puede ser usado por el sector privado. El tema es que generalmente se desplaza en el margen inferior de la economía. Con esto me refiero a que los que primero se ven desplazados son los pequeños empresarios, las PyME que lo ven más difícil para sostener o empezar negocios. Y como son empresas pequeñas, poco visibles y que el cierre de cada una afecta a relativamente poca gente, el efecto no es muy visible, y es fácilmente pasado por alto incluso por muchos economistas (que están mal entrenados).

Una última cosa que vale la pena mencionar es la afirmación pasajera de que la austeridad no es algo útil:

they have effectively thrown the entire theoretical basis for austerity out of the window.

Podría explayarme mucho sobre este tema, pero seré sucinto. Múltiples organismos han hecho estudios sobre el efecto de la austeridad fiscal, pero los más interesantes son los que han hecho organismos como la OECD, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que es imposible de acusarlas de ser en alguna medida organizaciones con sesgo libertario o austriaco en ninguna medida. Lo que esos estudios dicen es que hay dos estilos de austeridad, llamémolos «Austeridad A» y «Austeridad B». La «Austeridad A» trata de balancear el presupuesto por medio de subir impuestos y medidas similares, a veces con modestas reducciones en el aumento del gasto (es decir, el gasto aumenta igual, sólo que un poco más lento). La «Austeridad B» trata de balancear el presupuesto estatal por medio de la reducción real del gasto, a veces incluso acompañado de reducciones impositivas e imposiciones de límites duros al gasto estatal. Queda claro acá, por cierto, que la austeridad tipo A no es realmente austeridad estatal, sino que es austeridad privada para financiar más gasto estatal, es decir, business as usual. La conclusión a que llegan estos estudios (al respecto recomiendo investigar las columnas de Daniel Mitchell sobre austeridad) es que la austeridad tipo A no funciona y es dañina, y que la tipo B es muy efectiva, especialmente en el largo plazo. Entonces el problema viene de que mucha gente (como por ejemplo Paul Krugman y Joseph Stiglitz, entre otros) confunde austeridad estatal real (tipo B) con austeridad privada forzada (tipo A). Mi sospecha es que algunos de estos personajes lo hacen a propósito, porque son muy inteligentes como para no darse cuenta de la diferencia, aunque puede ser un error honesto por la forma en que estos economistas son entrenados de forma que al final no entienden nada.

Para concluir, debo decir que en general la columna suena como una columna de un «keynesiano sincero», que no trata de ocultar lo que el sistema keynesiano hace y cómo funciona, lo cual es quizá algo positivo en sí mismo. Lo extraño del caso es que Graeber se declara anarquista, pero acá aparentemente está haciendo una apología del Estado. Nunca se deciden, estos «anarquistas» de izquierdas.


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