Errores comunes acerca de privatización y estatización

Mario Bunge escribe en El País una columna titulada «Privatización ‘versus’ nacionalización«, donde trata de explicar porqué no considera que sea buena una privatización total de todo recurso y servicio, ni tampoco una estatización («nacionalización») completa, y porqué ni lo uno ni lo otro son cosas esencialmente «malas». Lamentablemente su columna está plagada de errores, de modo que cualquier conclusión a la que llega no es significativa. Mi intención acá es explicar algunos de los errores que comete, y tal vez aprovechar para explicar algunos temas relacionados con economía, justicia, y los derechos de propiedad.

Primero que nada, Bunge cae en errores ya al principio, al identificar a los conservadores con la privatización. Esa afirmación está muy lejos de la realidad. A pesar de que los conservadores tienen tendencias liberales, y a veces han apoyado privatizaciones, no es lo que siempre ha sucedido. Muchos gobiernos y políticos denominados «conservadores» han comprado acciones de empresas privadas (una estatización parcial), e incluso hasta creado empresas estatales o confiscado empresas y recursos privados, para qué hablar de expropiaciones, bajo la excusa del «bien común». Además, existe tal cosa como un conservador socialista. Actualmente en Chile el conservadurismo socialista es bastante fuerte, y se expresa en cosas como oposición a la liberalización de drogas, entre otras. Muchos conservadores de partidos «de derechas» apoyan todo tipo de estatizaciones y expansiones de la intervención estatal en la economía. Ergo, es un error más o menos grande asumir que un conservador en general desea privatizar.

Otro error que Bunge también comete al principio es confundir propiedad privada colectiva, con «socialización» en el sentido en que normalmente se entiende el término, es decir, estatización. Cualquier liberal que se precie entiende que la propiedad privada colectiva es una forma totalmente legítima de ejercer dominio sobre un bien. No deja de ser privada por ser colectiva, ni tampoco es estatal por no ser individual. Las sociedades son formas de ejercer el derecho de propiedad privada de forma colectiva, siendo uno de sus más claros ejemplos las sociedades anónimas. Nadie en su sano juicio afirmaría que una fábrica que es propiedad de una sociedad anónima ha dejado de ser propiedad privada, menos aún que ha pasado a ser propiedad estatal («pública»). Entonces no existe un conflicto entre propiedad privada colectiva (como las cooperativas que menciona Bunge), y el concepto de propiedad privada como tal, pues la propiedad privada puede perfectamente ser individual o colectiva.

Otro error que el autor comete en su primer párrafo es asumir que lo que se haga en Suiza o en los EEUU es un ejemplo de capitalismo. Este error es muy común, y lo he escuchado muchísimas veces. Es fácil ver el error. Si esa afirmación es correcta, significaría que si en Suiza decidieran estatizar todo y que el Estado decidiera cómo se produce y distribuyen los recursos de acuerdo a planes quinquenales, la URSS habría sido capitalista, no socialista. En efecto, es falaz decir «lo que haga X es capitalista», porque no necesariamente X hará cosas «capitalistas». Lo cual nos lleva a preguntarnos el significado de «capitalismo». Mi comprensión de esa palabra implica un mercado libre de intervención estatal, es decir, una sociedad con instituciones de corte liberal. Ahora, si se quiere ser estricto, «capitalismo» puede entenderse de muchas maneras. Los marxistas y afines le llaman así a la «dictadura o dominio del capital», mientras que otra definición habla de un sistema en el que se puede generar y acumular capital de forma libre, habiendo incluso otras distintas, con diferentes implicancias. Es por esto que hablar de «capitalismo» sin al menos dar a entender qué se entiende por el término es como mínimo caer en ambigüedades, en el peor de los casos puede implicar un uso inconsistente de acepciones y tener como resultado un argumento falaz e inválido.

Pasando a otro error que Bunge comete, esta vez ya por ignorancia de la ciencia económica, es asumir que quien desea que se privaticen recursos, nunca lo hace pensando en la utilidad pública, y que la utilidad pública no se considera cuando los recursos son de propiedad privada. Es un error también común que deriva de no entender a cabalidad conceptos económicos como ‘utilidad’, ‘lucro’, y las condiciones necesarias para que un intercambio libre y voluntario se lleve a cabo. La utilidad es el nivel de satisfacción que una persona deriva de la realización de algún fin, por ejemplo de comer una manzana. Esto significa que la utilidad es siempre mental y subjetiva, es decir, no es algo físico mensurable y cada persona deriva una utilidad diferente de las mismas cosas, pues los fines son diferentes y la intensidad con que se desean estos fines varía de persona a persona (y de momento a momento). Lucro, en ciencia económica, es simplemente un beneficio, cualquiera que este sea. La definición contable y legal de esta palabra difiere de la económica y se refiere a la utilidad financiera que deja el ejercicio de una actividad, pero esta definición no es buena para describir el verdadero lucro económico, que es como ya dije, cualquier beneficio que se pueda percibir de algo, incluyendo cosas como una mayor comodidad, tranquilidad, placer, felicidad, entre otras categorías similares no mensurables y mentales. También sabemos que un intercambio libre y voluntario sólo será llevado a cabo cuando todas las partes involucradas consideran que se verán beneficiadas de su concreción. Es decir, sólo se dará el intercambio si cada parte valora más lo que recibe, que lo que entrega a cambio. Esto es considerando todo lucro económico, entendido como ya expliqué antes, es decir, incluyendo toda clase de beneficio, material o inmaterial, físico o mental, no sólo el beneficio financiero o monetario. De esto se sigue que un intercambio voluntario sólo se dará si incrementa el bienestar de la sociedad en su conjunto, es decir, la sumatoria del bienestar de cada persona, si se quiere expresar de esa forma, a pesar de que el bienestar no sea algo cuantificable. De aquí proviene el error que Bunge comete al creer que la «utilidad pública», es decir, el bienestar de todos en conjunto, no necesariamente aumenta cuando se llevan a cabo intercambios libres y voluntarios en un marco de respeto a los derechos de propiedad privada (individual y colectiva). El autor cree que un intercambio libre y voluntario puede darse en casos donde una de las partes no valora más lo que recibe que lo que entrega a cambio. Por supuesto, luego del intercambio las valoraciones de cada uno pueden cambiar (y de hecho lo hacen), y esto puede llegar a implicar que una o más de las partes pasa a valorar más lo que anteriormente entregó, que lo que recibió a cambio. Esto se llama «cometer un error», y es imposible evitar que las personas cometan errores, en tanto es imposible prever cuales serán las valoraciones que cada persona dará en el futuro a cada cosa y fin. Por esto es que es imposible que la propiedad estatal de algún recurso sea capaz de mejorar el resultado que emerge de los intercambios libres y voluntarios que se dan de manera espontánea en un marco de respeto a los derechos de propiedad privada. Y nada de esto es cubierto por un «velo ideológico». Tampoco es un esquema simplista, afirmar eso sería desconocer la complejidad implícita en lo ya dicho, donde en un contexto de la existencia de miles de milllones de personas, se intecambian miles de millones de recursos diferentes, y teniendo cada una sus propios fines y valoraciones de éstos, lo que se tiene es un sistema sumamente intrincado y complejo, al que se suele llamar con nombres tales como «economía», «mercado» y «sociedad», siendo éstos esencialmente sinónimos, variando sólo en el punto de vista usado para observar el mismo fenómeno. En este punto se podría discutir de la necesidad de que el Estado sea propietario de algunos recursos para garantizar este marco, pero no es mi intención entrar en esa discusión, que es diferente de los puntos que quiero hacer acá, además de no ser parte de la argumentación de Bunge.

Me parece que lo ya explicado es suficiente para entender los errores esenciales que Bunge comete, los que luego repite numerosas veces en el resto de su escrito. También comete otros errores que podría ser interesante abordar, pero que por ahora elijo no hacerlo para no extenderme más de lo que ya he hecho. Probablemente lo haga de manera individual si alguien me lo solicita.


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